Dice Baltasar que tiene que cuidar
cien gallinas, diez caballos,
treinta vacas y sembrar...
Dice Baltasar: "¿Por qué trabajo tanto,
si al final me estoy muriendo
de tanto trabajar?".
Pero un día Baltasar escribió sobre un galpón
unas frases muy cortitas
que decían lo siguiente:
"Las tierras deben ser del que las siembra,
porque yo estoy dando todo
y hay quien se lo lleva.
Esto es para usted, señor patrón,
y cómo va a conocer su campo
si está sentado en un sillón con su esposa
mirando televisión".
Pero un día Baltasar se fue sin avisar
y cuando estaba ya muy lejos
se dio vuelta, por mirar,
porque escuchaba un ruido extraño
y no sabía que podía ser,
y eran todos los caballos, todas las gallinas,
mariposas blancas, los gorriones y las vacas
que seguían por detrás a Baltazar...
León Gieco
(de "La banda de los caballos cansados", 1974)
Pensar en el Baltasar de la historia de León Gieco sería equivalente a pensar en todos los trabajadores rurales –dependientes- que existen en el mundo entero. La visión sobre el trabajo rural que se refleja en esta canción da cuenta de la ideología de su autor, como así también de parte de su historia personal ligada al campo, donde nació y vivió en los años más importantes de la vida de un hombre: la infancia.
El hecho de plantearse el porqué de “trabajar tanto para nada” muestra a Baltasar como poseedor de una idea revolucionaria ligada a la política de izquierda en boga en los años 60 y 70, y basada en los fundamentos de la Reforma Agraria. El reparto de las tierras debía ser equitativa para trabajarlas, y quien las trabajara con sus propias manos tenía el derecho de ser el dueño de las mismas de participar de las ganancias. En contra del latifundio, se denuncia en la canción la explotación de los pobres por parte de los poderosos o terratenientes, quienes aumentaban sus riquezas con el trabajo de los demás.
Pero Baltasar –hombre trabajador y digno- opta por otra cosa. Se siente explotado por su patrón y decide abandonarlo en busca de una mejor oportunidad. No sin antes hacérselo saber por escrito, sobre las paredes de un galpón. Las palabras escritas por Baltasar son un verdadero grito de justicia y libertad.
El texto tiene un final emotivo: la partida de Baltasar tiene un doble efecto: para él una recompensa –no material sino espiritual- y para su patrón un castigo –material y espiritual-. Todos los animales del campo siguen a quien consideraron siempre su verdadero dueño, quien los atendió, cuidó y vivió por ellos.
El texto –simple y hermoso- refleja un mensaje comprometido con el trabajo del hombre y contra la explotación por el propio hombre. Es un verdadero reclamo, una denuncia, que sin decirlo explícitamente –y en eso radica su verdadero valor-, es un canto a la igualdad y a la dignidad del hombre.
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