No es en grillo ni en cadenas
en
lo que usté penará,
sino
en una soledá
y
un silencio tan projundo
que
parece que en el mundo
es
el único que está.
Martín
Fierro
Las
manos fijas en la nuca. La vista dirigida al cielo celeste, limpio de nubes.
Abajo, en el verde mar tranquilo, algunos buques varados esperan la entrada al
puerto cercano. Su cuerpo, ahora relajado, descansa sobre la tierra arenosa y húmeda,
bajo enormes eucaliptus parecidos a guardianes gigantes. Solo escucha el ruido
de las ramas y hojas movidas por el viento. Respira el aire puro, tranquilo,
solo. Su mente vuela e inventa nubes que no existen. El silencio es total, el
viento ha cesado, la paz es infinita.
Nunca pensé llegar a este momento, un
momento largo, interminable, difícil, desperdiciado. Un tiempo que se va,
irrecuperable. Estoy lejos de todos, cerca de nadie. Tiempo de sol, como el de
hoy; de lunas, a veces de lluvias. Tiempo de tristezas y amarguras. ¿Para qué?
Sí... Son experiencias, enseñanzas, pero ¿qué aprendo? Injusticias,
pisoteadas... Soy lo peor, no soy un hombre, soy un muñeco, un estúpido títere.
¿Quién implanta las leyes estúpidas? ¿Quién habla estupideces? ¿Quién tiene
actitudes inverosímiles? No, no soy yo...
Encoge
las piernas que hasta recién tenía tendidas. Mira pensativo el lento descenso
de una hoja desprendida de su rama natal. No escucha nada, absolutamente nada.
La naturaleza está como muerta. El sol brilla espléndidamente. La temperatura
es ideal, sin embargo se sorprende al no ver un solo pájaro, al no oír el dulce
canto de alguna calandria o el simple chillido de alguna gaviota. Sus ojos se
cierran.
Nadie me dijo que soy un hombre más.
Nadie me dijo que soy libre. Nadie me dijo que viva tranquilo. ¿Por qué? ¿Por
qué me quieren domesticar? ¿Por qué me hacen sentir inferior? ¿Por qué me atan
a una vida sin sentido? ¿Por qué mierda estoy nervioso?... Yo, nervioso...
¡Jamás había estado nervioso!
Una
hormiga lleva lentamente sobre su cuerpo una abeja muerta; atrás, otra la sigue
con restos de comida; atrás, otra y otra y otra; un verdadero desfile. Una
hilera mecánica que se dirige al hormiguero. Todas juntas al compás. Un
mosquito se posa sobre su cara, lo mata de una palmada y el desgraciado insecto
cae al piso. Una hormiga sin trabajo se le acerca, lo estudia y luego lo
transporta hasta la perfecta formación que componen sus compañeras. Se integra
y también ella se encamina al hormiguero. Animales que trabajan como máquinas,
como pequeños muñecos electrónicos programados... Parecidos a nosotros, piensa. Enciende un cigarrillo. Se sienta
ahora y apoya sus espaldas contra el grueso tronco del eucaliptus. Aspira
placenteramente el humo y luego de tragarlo lo despide por su nariz, lenta y
pausadamente.
Me quieren “hacer hombre". ¿Y qué
carajo soy? Me da risa. Quieren que sea duro, con corazón de piedra. ¡Con
corazón de piedra! ¿Acaso existen los hombres con corazón de piedra? No, no...
Un hombre así no puede existir, no sería un hombre, pasaría a ser un ente con
vida, una vida inútil, sin paz, sin amor, sin un solo sentimiento... Y un
hombre sin sentimientos está muerto, sin vida, solo y triste, atormentado. ¿O
llorar no es también cosa de hombres? ¿Hay algún hombre que no haya llorado?
Los hombres sin lágrimas no existen; lágrimas —visibles o invisibles— siempre
hay. Los hombres sin lágrimas están muertos.
Sintió
un escalofrío. Luego se dio cuenta de que no era más que rabia. Sentía odio. No
entendía el porqué de su situación actual. Quería saber por qué estaba vestido
tan ridículamente. Quería entender pero no podía. No podía quedarse tranquilo.
Su cigarrillo se terminó rápidamente y encendió otro enseguida. Cruzó sus
piernas, inclinó su cuerpo hacia adelante hasta apoyar su cabeza en una de sus
rodillas. Le hacía mal estar solo, pensar sin poder hablar. Quería gritar pero
se sentía sin fuerzas, sin ánimos. Le dolía la distancia, le dolían las noches
y los días, le dolía el cuerpo, le dolía el alma...
Ellos pueden dominarme, manejar mi
cuerpo, indicar mis movimientos, sacarme la libertad corporal, física. Pero
nunca podrán privarme de mis pensamientos, nunca podrán manejar mi mente, jamás
se apoderarán de mi alma. Lo mío es un período de sufrimiento en mi vida, apenas
unos meses, un año o un poco más. Pero ellos sufren y sufrirán hasta el último
momento de sus vidas. Por ser lo que son no tendrían que vivir en la tierra
entre los hombres de bien. Pero morirán en el fuego, ¡solos!
Estaba
agitado por pensar y no poder hablar. Se paró y comenzó a caminar por un túnel
hecho por las copas de los gigantes árboles verdes. El ruido de hojas secas que
pisaba rompió el eterno silencio que parecía existir en ese mundo. Todo era
hermoso: los árboles inmensos y coloridos; el cielo celeste, profundo; el aire
puro con olor a menta; el mar interminable; los buques varados; el sol
espectacular. Miraba más allá de los árboles. Arena, cielo y mar se confundían,
pero no podía encontrar o escuchar un solo pájaro. Extrañaba el chillido amistoso
de las gaviotas. Se preguntó dónde estarían, a qué lugar habían huido o qué hombres
las habían matado. De pronto el silencio se rompió: tres silbatos se escucharon
a lo lejos. Un grito conocido llamó a silencio y una trompeta empezó a
escucharse.
Qué lástima que todo esté cercado...
Será por eso que las aves no vienen hasta acá. El mundo del hombre no es para
ellas. ¿Tan idiota es el ser humano? No podemos vivir entre nosotros y tampoco
dejamos vivir a los animales. Si no es un tapado de piel, es una cartera de
cuero o una cabeza de ciervo en la pared del living como trofeo. Sí, el ser
humano es un boludo. Llegará el día en que nuestras propias cabezas sirvan de
trofeos para el enemigo, como hacían los primitivos y el mismo Atila. ¿De qué
teoría evolucionista me hablan? Si seguimos así, el hombre terminará
convirtiéndose en gorila.
Se
rio al pensar que él estaba conviviendo con personajes semejantes a gorilas. La
ley del más fuerte, o la del que tiene el arma más sofisticada. Se rascó la
nuca como para pensar qué haría ahora. La trompeta dejó de sonar. Sintió hambre
y bronca a la vez. Se colocó el birrete y se dirigió hacia su hábitat temporal,
pensando.
¡Qué lástima que esto esté cerrado!
Quizás si se dejaran de escuchar gritos, tiros y trompetas militares, los pájaros volverían.
Acá solo vuelve el hombre. Menos mal que somos seres racionales... ¡Me cago en
el mundo!
Y
regresó cabizbajo, ya sin pensar...
Excelente, estuve intrigada hasta antinultimo párrafo, alli entendi "sin salida!
ResponderEliminarSaludos
...traigo
ResponderEliminarecos
de
la
tarde
callada
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
COMPARTIENDO ILUSION
FELIS NASAL
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE DJANGO, MASTER AND COMMANDER, LEYENDAS DE PASIÓN, BAILANDO CON LOBOS, THE ARTIST, TITANIC…
José
Ramón...