lunes, 5 de diciembre de 2022

SIN MOVER UN SOLO MÚSCULO



Se acostó boca arriba y observó las telarañas que había en uno de los rincones del techo. Se propuso limpiarlas, pero en otro momento. En la casa la gente iba y venía por todas las habitaciones, casi todos con un vaso medio lleno en la mano. No había puertas y era difícil diferenciar el living del lavadero o la cocina del dormitorio. Al lado de su cama se escuchaba el funcionamiento del motor de una heladera y más cerca de la ventana que daba al jardín se ubicaba una vieja cocina, pero sin conexión alguna.
Eran las tres de la mañana y la música se seguía escuchando al mismo volumen con el que la venía escuchando desde las seis de la tarde del día anterior. Las risas y corridas por todas las habitaciones eran cada vez más estruendosas. Sintió el cansancio de un día que había comenzado muy temprano y todavía no terminaba. Llegó a sentirse solo entre tanta gente. Siempre había escapado al bullicio, a la muchedumbre, pero ese sábado había sentido la necesidad de agasajar de alguna manera a sus amigos. No sabía por qué, no festejaba nada, pero sentía que la soledad avanzaba inescrupulosamente sobre su vida.
Pero la felicidad apareció de repente. Escuchó pronunciar su nombre en la voz dulce y aguda de una de sus amigas. Fue para él como escuchar un coro de ángeles. Sonrió e intentó levantarse pero ella se lo impidió con un gesto suave. Se recostó a su lado, en silencio, y apoyó su cara de lado sobre su pecho. Suspiró relajadamente. Él besó su frente y ella cruzó el brazo sobre su abdomen. No dijeron una sola palabra, no hubo un solo movimiento de los cuerpos, ahora unidos, que indicara el inicio de un ritual amoroso.
Uno, dos, varios de quienes iban y venían por la casa observaron esa imagen llena de calidez y ternura. Nadie se sorprendió y siguieron su recorrido. Ellos, unidos en un sentimiento hermoso, disfrutaban del calor del otro. No pasaba nada en el mundo que pudiera distraerlos de su felicidad. Ella sentía bajo su rostro cómo latía un corazón cada vez más rápido y él sintió que la respiración de su hermosa compañía no transmitía más que tranquilidad y paz. Hacían el amor sin mover un solo músculo.

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